viernes, 3 de mayo de 2019

La Unión Europea, un estado en espíritu


La Unión Europea sólo es un Estado en espíritu, ya que carece de cualquier elemento realmente eficaz de identificación colectiva.  Semejante estructura prefiguraría quizás un modo de supervivencia de la institución estatal de la ciudadanía, algo que se adivina en nuestro futuro y que representaría en realidad, aunque bajo el nombre de gobernanza, una forma de “estatismo sin Estado”. La gobernanza sustituye así al Estado en lo tocante a la política. Dice Carlo Bordini que la poca consistencia de los gobiernos nacionales, su incapacidad para adaptarse al cambio y para satisfacer las nuevas necesidades organizativas y para proporcionar el sistema de protección social que el proceso de globalización hace necesario implantar, implica que la necesidad de participación comunitaria (la condición sine qua non de toda sociedad civil) busque respuestas satisfactorias en otras partes, respuestas que no siempre son adecuadas para el fin pretendido, pero que vienen impulsadas por la emoción, el resentimiento, el miedo o, incluso, por esa voluptas dolendi que Étienne de la Boétie llamó la “servidumbre voluntaria” (una aquiescencia y una sumisión aduladoras ante cualquier forma de poder). En todo caso, cuestionan cualquier forma actual de democracia o, en el mejor de los casos, ponen los cimientos de nuevas formas de representación democrática previamente desconocidas.

Carlo Bordini
Por otro lado se observa que las decisiones se toman en otro lugar por los poderes fácticos de la actualidad, que, por su naturaleza supranacional, no están obligados a observar las leyes y ordenanzas locales. No están sometidos a las limitaciones de lo políticamente aconsejable o conveniente, ni a las necesidades de naturaleza social, pues actúan en nombre de la objetividad y de un principio de equidad que, en el fondo, no es expresión de ninguna justicia real, dice Bordoni.

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