José de Espronceda escribe que “cuando los pueblos tienden la vista por la inmensa hoja del tiempo y leen en ella su origen, que la antigüedad ennoblece, sus primeros esfuerzos, la gloria y las hazañas de sus mayores, su orgullo se excita, su pensamiento se engríe, late satisfecho su corazón y tan generoso sentimiento los impele a grandes hechos y maravillosas empresas”, porque es entonces cuando “el espíritu de nacionalidad que crearon las tradiciones forma una necesidad absoluta de todas las necesidades particulares, y crea, en fin, la palabra mágica Patria”.
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