miércoles, 17 de noviembre de 2021

La disputa se llevó ante un tribunal internacional


A principios de 1871, un grupo de diez hombres, que incluía al secretario Fish y a otros cuatro estadounidenses, más cuatro británicos y un canadiense, iniciaron negociaciones serias, y el 8 de mayo se firmó un tratado en Washington. Según sus términos, Gran Bretaña se excusaba por sus acciones durante la Guerra Civil y convenía en elaborar una definición más precisa de la neutralidad que impidiese tales acciones en el futuro. Había otros puntos menores y todo el tratado fue sometido luego a un tribunal internacional de arbitraje para dirimir los detalles. Para establecer la cifra concreta por los daños con respecto a las reclamaciones concernientes al Alabama se reunió un tribunal de cinco miembros, un estadounidense, un británico, un italiano, un suizo y un brasileño, en Ginebra, Suiza, el 15 de diciembre de 1871. El tribunal votó en contra de las grandes sumas por daños indirectos que pedían los norteamericanos. El 25 de agosto de 1872 decidieron, por cuatro a uno (con la disidencia del delegado británico), que Gran Bretaña debía pagar 15.500.000 dólares. Aunque no hubo ninguna firma británica en la decisión final, el gobierno británico pagó la suma en su totalidad al año siguiente. El dinero no importaba mucho. Lo importante era el principio subyacente en lo ocurrido. Dos naciones de primer rango estaban ensartadas en una disputa cuya decisión, habitualmente, se toma sobre la base de la guerra, sea la guerra efectiva o la amenaza de ella. Por primera vez, el honor nacional fue dejado de lado y la disputa se llevó ante un tribunal internacional cuya decisión fue aceptada pacíficamente por ambas naciones. Ofrecía una alternativa a la guerra que ha sido aceptada en muchas ocasiones en el siglo transcurrido desde entonces.

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