jueves, 25 de marzo de 2021

La Reforma protestante fue una deserción de los dirigentes de la Iglesia y de los Estados


Cuenta el profesor de la Cierva que la Reforma protestante no fue propiamente ni menos primariamente un movimiento espontáneo de masas sino un impulso y una deserción de los dirigentes de la Iglesia y de los Estados. Aunque la responsabilidad principal recayó sobre un iluminado profeta de la disidencia, el fraile agustino Martín Lutero, que arrastró por convicción o por interés secularizador y confiscatorio a varios grandes e influyentes príncipes alemanes, a muchos eclesiásticos y a parte de su propia Orden agustina. La Cristiandad no fue reformada sino destruida. Lutero se comportó con rebeldía total ante la autoridad de la Iglesia pero se doblegó ante la autoridad de los príncipes y llegó a formular una tesis que asombra al profesor Sabine: “No es ningún modo propio de un cristiano alzarse contra el gobierno, tanto si actúa justamente como en caso contrario”.


Anglicanismo. Enrique VIII

Claves luteranas es la negación del magisterio y de la Tradición como interpretación y fuente de la fe, respectivamente. La comunidad eclesial jerárquica es sustituida por el individuo, intérprete de la Palabra y sacerdote por su misma condición de cristiano. La autonomía del individuo y la irrelevancia de las obras para la salvación lleva a la anulación de los sacramentos y a un total divorcio entre la fe y la moral. Ratzinger ha expresado, con firmeza y compasión, que el protestantismo de raíz luterana o calvinista, sin sacramentos, sin magisterio seguro, sin jerarquía sacerdotal no puede considerarse ya como una Iglesia, no es Iglesia sino huella lejana de un cristianismo arrancado, gnóstico, herético. El anglicanismo mantuvo la jerarquía episcopal y el sistema dogmático de la Iglesia católica pero las disidencias posteriores dentro del protestantismo (sobre todo los puritanos de la Iglesia baja, que seguían el calvinismo y se enfrentaron con la Iglesia alta) y la lenta recuperación de los católicos en medio de terribles persecuciones fueron debilitando al anglicanismo, que a partir del siglo XVIII se identificó en gran parte con la masonería especulativa.

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