Había viejos políticos republicanos franceses a quienes la idea, no solo de una victoria alemana, sino del levantamiento comunista que pensaban que resultaría de ello, les producía pavor. Por tanto, corrieron a echarse en brazos de los alemanes, o de Pétain, o de quienquiera que pudiera salvarles de aquello. Había combatientes, Pétain, Weygand y el resto de participantes en la Primera Guerra Mundial que eran iconos en la Francia de entreguerras, que hacían cola para darles a los alemanes todo lo que pidieran.
Uno se hace a través de las elecciones que toma, pero las elecciones que uno toma no son abiertas, son las que la historia le pone delante, dice el escritor e intelectual Tony Judt.
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