viernes, 4 de octubre de 2019

Puigdemont no se prestó al happening

Enric Millo
Después del referendum del 1 de Octubre en Cataluña,el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, le reveló a la corresponsal de Le Monde Sandrine Morel cuál era la flacidez del gobierno. Millo le había hecho una oferta a Carles Puigdemont. El president trasladaría la votación a las plazas y la policía no impediría que se celebrase. Era la forma de que todos salieran ganando. La Generalitat podría alegar que el pueblo catalán había votado y el Gobierno de España podría defender que aquella pantomima no se podía llamar referéndum. Tal es la pedagogía perversa que durante años se hizo en Cataluña, explica Rafael Latorre.Y añade Latorre que “se trataba de la misma estrategia que hizo posible la votación del 9-N, convocada por Artur Mas en 2014. Un happening. Gracias a la tendencia al poder blando de gente como Millo, en penúltima instancia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que lideraba la estrategia del gobierno, fue tan difícil argumentar en el extranjero que lo que había ocurrido en Cataluña había sido un golpe de Estado. ¿Cómo era posible si el Estado no se había defendido? El gobierno, para sacudirse la responsabilidad, argumentaba a favor de las coartadas del independentismo, una de cuyas líneas de defensa consistía en reducirlo todo a una movilización asistida por la libertad de expresión. La Generalitat en pleno debió cesar, mediante la aplicación del artículo 155 de la
Enric Millo y Soraya Sáenz de Santamaría.
Constitución, un minuto después de que el Parlamento autonómico aprobara la Ley del Referéndum. Casi un mes antes del 1 de octubre. Pero el gobierno jamás aprendió una norma básica del comportamiento independentista. Los hechos siempre han desfilado marciales detrás de las palabras. Prometieron referéndum y lo hubo. Prometieron declaración unilateral y la hubo. Con una puntualidad británica en los plazos. Ya en 2015, en un pleno celebrado la fecha simbólica del 9 de noviembre, el Parlament anunció mediante una resolución que no se iba a supeditar más a las decisiones del Tribunal Constitucional. Esto es lo que provoca tanto desconcierto en ámbitos internacionales, que no saben por qué, si la ilegalidad era tan flagrante como le dicen las instituciones españolas, el ejecutivo de entonces no empleó las armas de las que le dota el Estado de Derecho para sofocarlo. Es una duda muy razonable”.
Millo y Puigdemont

Puigdemont no se prestó al happening, los Mossos traicionaron al Estado y el resto ya lo conocemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario