viernes, 25 de octubre de 2019

El coaching político no es sino formación teatral


Se buscan titulares; no interesan los argumentos. El análisis y la valoración de los asuntos públicos quedan de cuenta de unos medios de comunicación con trabajadores cada vez peor pagados y menos preparados, movidos por la necesidad de llenar el espacio y de vender la noticia a cualquier precio. Si se tiene además en cuenta que la política democrática es por esencia confrontacional, de modo que cuanto produce encuentra ya los ánimos inclinados al favor y a la animadversión, hay que admitir el valor de espectáculo que abona el trabajo de los corresponsales asignados al ring, siempre encantados de azuzar la pendencia para animar el ambiente. A estas condiciones mediáticas deben sumarse otras, dice el profesor Reyes Matheus, imprescindibles en los líderes actuales, han de ser telegénicos; contar con un físico atractivo; tener, si son hombres, una mujer que no desmerezca en la comparación con Carla Bruni y con la reina Rania. El color de la corbata es lo que decide muchas veces un debate, independientemente de lo que se diga en él o de los conocimientos que se exhiban en la materia. El coaching político no es sino formación teatral. El asesor tendrá mucho interés por ver al candidato y muy poco por escucharlo.


Y añade Reyes Matheus que si son estos los valores a los que se les da precedencia, frente a otros como la preparación académica y la experiencia profesional, no podemos quejarnos de que los mejores no se dediquen a la política y cedan el terreno a oportunistas, mediocres y mentirosos, capaces de captar el favor de la mayoría con una adecuada combinación de populismo, cara dura y asesores de imagen.


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