lunes, 2 de septiembre de 2019

El obstruccionismo y la parálisis son rasgos cada vez más habituales en el sistema político

Max Weber.
La esencia de la política es el poder; la esencia del poder es la política. Y desde la Antigüedad, el camino tradicional hacia el poder ha sido la dedicación a la política. El poder es a los políticos lo que la luz del sol es a las plantas, tienden naturalmente a buscarlo. Lo que hacen los políticos con el poder varía; pero la aspiración a poseerlo es el rasgo fundamental que tienen en común. Max Weber dijo que “el que se dedica a la política lucha por el poder, bien como medio para lograr otros fines, ideales o egoístas, o bien para alcanzar el poder por el poder, es decir, para disfrutar del sentimiento de prestigio que el poder confiere”.



Los políticos que ganan elecciones descubren rápidamente las enormes limitaciones que tienen para convertir los votos en poder para tomar decisiones. La política, dice Moisés Naím, siempre ha sido el arte del compromiso, pero ahora parece haberse convertido en el arte de impedir que se logren acuerdos. El obstruccionismo y la parálisis son rasgos cada vez más habituales en el sistema político, en todos los niveles de toma de decisiones, en todas las áreas del gobierno y en la mayoría de los países. Las coaliciones fracasan, las elecciones se celebran con más frecuencia y los mandatos que otorgan los votantes a quienes las ganan son más escurridizos. La descentralización y el traspaso de competencias de los gobiernos centrales a regiones, alcaldías y otros organismos locales están creando en muchos países una nueva realidad política que refleja que las decisiones se toman más en el ámbito local que por el gobierno nacional. Y de estos ayuntamientos, asambleas y gobiernos regionales más fuertes surgen nuevos políticos y funcionarios electos o designados que se destacan y erosionan el poder de los máximos responsables políticos asentados en las capitales nacionales. Incluso el poder judicial se suma a esta tendencia. A escala mundial se observa un nuevo activismo judicial que lleva a cortes, jueces y magistrados a intervenir en conflictos políticos que en el pasado eran de la sola incumbencia del poder legislativo o del ejecutivo.

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