martes, 18 de junio de 2019

La primera globalización


El 6 de septiembre de 1522, arribó Elcano a Sanlúcar. Atrás quedaban tres infernales años, cuatro naves y 234 compañeros. Había realizado una gesta casi de ciencia ficción, un viaje alrededor de la Tierra de dimensiones míticas. Carlos I recibió a Elcano en audiencia y le otorgó una pensión vitalicia, al tiempo que lo designaba comisionado real en las juntas de Badajoz y Yelbes, convocadas con el objeto de resolver los litigios entre España y Portugal sobre la posesión de las Molucas. 


Poco después Elcano sería el piloto de otra expedición al estrecho que le costaría la vida. La enorme gesta de Magallanes, recorrer 14.440 leguas, cerca de 80.000 kilómetros y circunnavegar la Tierra, supuso,  según opinión del historiador González Ochoa, poco beneficio económico para España, aunque en las bodegas de la Victoria se trajeron especias suficientes para sufragar la expedición y aún hacerla lucrativa, pues la travesía era larga y peligrosa y terminaba siendo más rentable y seguro cruzar personas y mercancías de un océano a otro por el istmo. Además, la enormidad del Pacífico, hacía imposible el control absoluto de islas y rutas y planteaba un serio conflicto jurisdiccional con Portugal. El viaje supuso un hito científico y un cambio antropológico y social profundo. Se confirmaba la esfericidad y globalidad del planeta y que los mares eran la vía de comunicación entre las diversas partes y pueblos de la Tierra. En apenas veinte años, el mundo multiplicó sus dimensiones y todos sus habitantes pudieron intercomunicarse. Pocas sociedades permanecieron aisladas y al margen de esta primera globalización. El mundo era único, diverso, redondo y mucho más grande de lo que se creía. Y el mar era el camino. Ya nada volvería a ser igual.

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