domingo, 2 de junio de 2019

Dios

Sztajnszrajber
Cuenta Sztajnszrajber que no hay noción más compartida por todas las culturas y más comprensible que la idea de Dios. ¿Qué es Dios? Llámalo como quieras y dótalo de las funciones que quieras, pero si hay un inicio, si hay un origen, si tiene que haber un origen, si hay un principio que no está afectado por todas las limitaciones de este mundo cambiante, eso sería Dios, lo que no muere, lo que no cambia, lo que hace que todo sea, la perfección, el absoluto, Dios.

Si definimos a Dios como el ser más perfecto concebible, decía san Anselmo, entonces por ser lo más perfecto no puede carecer de nada, ya que, si careciera de algo, no sería lo más perfecto concebible. Ahora bien, si no hay ningún tipo de carencia, entonces Dios tiene que existir, ya que su no existencia estaría vista como una carencia. Lo que es perfecto no puede carecer de nada, luego, la inexistencia es vista como una carencia. En la esencia misma de Dios, o sea, en su definición se encuentra ya su existencia.


Hay Dios porque Dios es. Antes de ser Dios, tuvo que haber el ser para que Dios luego pueda haber sido. Hay algo previo a Dios, el ser. Lo que queda es dilucidar de qué hablamos cuando hablamos del ser. ¿Hablamos del ser? ¿Pero hablar ya no es de por sí ser? Y al revés, ¿no es ser ya una palabra? 

Parménides sostiene que hay una primera opción frente a la cual la evidencia toma partido, (la cosa, el mundo) es o no es. Y la respuesta es simple: es, ya que, si no, esto mismo no podría ser dicho. ¿Hay o no hay? Hay, porque aunque sea hay estas palabras y esta prueba es irrefutable. El ser, lo
Parménides
que hay, además es único, es lo único que hay, ya que, si hubiera dos seres, tendría que haber aquello que los diferenciara, esto es, la nada. Si hubiera dos entes, dos seres, lo único que los diferenciaría sería que uno no es el otro, y por eso deberíamos admitir la presencia del no ser, o sea de la nada. Pero como bien explica Parménides, la nada no es nada y por eso no puede haber dos seres, sino solo uno.

Parménides es quien en realidad sienta las bases de nuestra idea omnipotente, omnisciente de Dios. Parménides explica que el ser es único, inmutable (no puede cambiar ya que debería cambiar a lo otro de sí y lo otro de sí es el no ser, la nada, pero la nada no es nada y por eso el cambio es imposible), intemporal, inengendrado (no pudo haber nacido, ya que debería haber provenido de lo otro de sí y lo otro de sí del ser es la nada, pero la nada no es nada y por eso el ser siempre ha sido), imperecedero; o sea, Dios. La tradición posterior homologa al ser de Parménides con el Dios bíblico y da origen a la idea de Ser Supremo.

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