miércoles, 9 de enero de 2019

Cuando Europa se moría de hambre.


En el invierno de 1941-1942, justo seis meses después de su invasión por las tropas del Eje, más de 100.000 personas murieron de hambre en Grecia. La llegada de la guerra había arrojado al país a la anarquía administrativa que dio lugar a un colapso de los sistemas de distribución alimentaria. Holanda no sintió los peores efectos de la hambruna hasta el invierno de 1944-1945. No fue el caos administrativo lo que causó el  hambre en Holanda, sino la política largamente aplicada por los nazis de privar al país de lo necesario para sobrevivir. Cuando entraron los aliados en el oeste de Holanda en mayo de 1945, entre 100.000 y 150. 000 holandeses padecían hambre. El país sólo se salvó de una catástrofe a escala de la hambruna griega porque la guerra terminó y se permitió la entrada de grandes
cantidades de ayuda humanitaria. Pero para miles ya fue demasiado tarde. Los periodistas que entraron en Ámsterdam describieron la ciudad como “un extenso campo de concentración que exhibía horrores comparables a los de Belsen y Buchenwald”. Sólo en esa ciudad más de 5.000 personas habían muerto de inanición o enfermedades relacionadas. El número de víctimas por hambruna en el conjunto del país se situó entre 16.000 y 20.000.

Cuando un joven americano que vivía en Atenas preguntó a los soldados alemanes acerca de la atroz situación alimentaria en Grecia, recibió esta respuesta: “Bueno, todavía no has visto nada; en Polonia 600 personas mueren de hambre cada día”.En el invierno de 1941 el ejército alemán logró que entre 1,3 y 1,65 millones de prisioneros de guerra soviéticos murieran de hambre. Se cree que decenas de miles de judíos murieron de hambre en los guetos incluso antes de que empezaran las matanzas en masa. Durante los 900 días del sitio de Leningrado, cerca de 641.000 habitantes de la ciudad perdieron la vida por inanición y enfermedades relacionadas.

Un año después de que el sur de Italia fuese liberado, y después de que 100 millones de dólares en ayuda hubieran circulado por el país, las amas de casa seguían amotinándose contra los precios de los alimentos en Roma, y en diciembre de 1944 se celebró una "marcha del hambre" en protesta por la escasez. Según un informe de la UNRRA, al final de la guerra los disturbios por los alimentos continuaban por todo el país. La ración oficial en Viena rondó las 800 calorías durante la mayor parte de 1945. La ración para diciembre en Budapest se redujo a tan sólo 556 calorías al día. La gente de la antigua Prusia Oriental recurrió a comer perros
muertos que encontraban en las cunetas. En Berlín se veía a los niños recoger hierba de los parques para comer, y en Nápoles robaron todos los peces tropicales del acuario para comer. Como consecuencia de la profunda y extendida malnutrición se produjeron brotes de enfermedades por todo el continente. La malaria hizo su reaparición en el sur de Europa y lo mismo la tuberculosis por todas partes. Los casos de pelagra en Rumanía, otra enfermedad asociada a las privaciones, aumentaron en un 250%, cuenta Keith Lowe.

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