viernes, 21 de septiembre de 2018

Los terroristas tienden a salir de familias con buena educación, de clase media o con altos ingresos.

Alan Krueger
El economista Alan Krueger estudió una circular de noticias de Hezbollah titulada Al-Ahd (El Juramento) y reunió datos biográficos de 129 shahids (mártires) muertos. A continuación, los comparó con hombres de la misma franja de edad de la población general del Líbano. Descubrió que era menos probable que los terroristas pertenecieran a una familia pobre (el 28 por ciento frente al 33) y más probable que tuvieran al menos educación secundaria (el 47 por ciento frente al 38). Krueger descubrió que, en general, “los terroristas tienden a salir de familias con buena educación, de clase media o con altos ingresos”.

Señala Krueger, el delito tiene como principal impulso la ganancia personal, mientras que el terrorismo es fundamentalmente un acto político. En su análisis, el tipo de persona con más probabilidades de convertirse en terrorista
es similar al tipo de persona con más probabilidades de votar. El perfil del terrorista de Krueger se parece bastante al del revolucionario. Fidel Castro y el Che Guevara, Ho Chi Minh, Mohandas Gandhi, León Trotsky y Vladimir Lenin, Simón Bolívar y Maximilien Robespierre. No encontrará entre ellos ni un solo chico de clase baja y sin educación.

Krueger cita más de cien definiciones académicas diferentes de terrorismo. “En una conferencia en 2002, escribe, los ministros de Asuntos Exteriores de más de cincuenta estados islámicos acordaron condenar el terrorismo, pero no pudieron ponerse de acuerdo en una definición de lo que estaban condenando”. 



El terrorismo es efectivo porque impone costes a todos, no solo a sus víctimas directas. El más importante de estos costes indirectos es el miedo a un futuro atentado, aunque este miedo sea sumamente desproporcionado.

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