viernes, 28 de septiembre de 2018

Las circunstancias nunca determinan nuestro destino.


Dice Ortega, “el hombre no tiene naturaleza, tiene historia”, es decir, que a diferencia de los animales y de las cosas, que no pueden ser más que lo que son, nosotros tenemos la opción de construirnos constantemente, y en realidad esa tarea es la que define nuestra vocación como seres humanos. En esa tarea se va sintiendo uno cada vez más realizado y feliz. 
Determinismo.
Sartre puntualiza que “todo hombre que se inventa un determinismo es un hombre de mala fe”. Hay personas que se apuntan a un determinismo biológico cuando afirman: “Es que soy así y no puedo obrar de otra manera”. Otros se sienten determinados por el ambiente, echando las culpas de sus errores, fracasos y desgracias a la sociedad, que les ha hecho así. Por último, un tercer grupo de personas hablan de fatalismo. 

Bernabé Tierno opina que las circunstancias favorables o desfavorables sin duda condicionan, pero nunca determinan
nuestro destino. Casi todo depende de nuestra capacidad de libre decisión, de nuestro carácter y de las actitudes conscientemente positivas. La noble e irrenunciable tarea de proyectar y de construir nuestra existencia como verdaderos arquitectos de nuestro destino, sin duda, está en nuestras manos.

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