miércoles, 31 de agosto de 2016

Manifiestan que realizan su barbarie en nombre de Dios, pero es falso, no están diciendo la verdad.

Este pequeño dialogo, sacado del libro “La espada y el bisturí” de  Frank G. Slaughter, lo he traído ante la situación en que nos encontramos en estos momento. Incluso algunos la califican de guerra. Es bueno pararse y pensar para no perder la razón ante tanta barbarie.

Recuerda que no se necesita sino un instante para eliminar la vida, y que requiere toda una existencia para tener el derecho a llamarse a sí mismo un hombre.

una cultura sin Dios
Debemos considerar esta lucha tal cual es realmente: como algo situado en el marco de una cultura sin Dios. Hasta el enemigo tiene su lugar en la historia cuando es juzgado con perspectiva.

Yo creía que usted carecía de enemigos, Padre. El demonio es mi eterno enemigo. Si la guerra no es nada más que eso, pasará a la historia como un símbolo. Aquí en estas montañas, el mundo libre ha establecido una línea a través de la cual el demonio no ha podido pasar. Ni siquiera poniéndose su más antiguo disfraz: la armadura de Marte.

parábola del Buen Samaritano
Por contraste, con el ejemplo del médico que ha permanecido fiel al precepto que Cristo ha expresado tan hermosamente en la parábola del Buen Samaritano. Con su acción, el médico ha reafirmado un credo que no puede ser honestamente discutido si nuestra fe ha de perdurar. Ningún hombre tiene derecho a dejar morir a otro hombre cuando está en su poder salvarlo… aunque el hombre que muere sea un enemigo. Si el medico hubiera seguido otro camino, se hubiese colocado en el mismo nivel que ellos. Ningún cristiano de verdad luchará contra el mal con el mal.


Estos enemigos manifiestan que realizan su barbarie en nombre de Dios, pero es falso, no están diciendo la verdad. El odio hacia nuestra cultura y forma de vida occidental les domina. Cuando el odio impera en el alma, no queda lugar para Dios.

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