lunes, 15 de abril de 2024

Tal vez se podría haber evitado la revolución de 1789

Luis XV de Francia

La tendencia actual de los historiadores es retrotraer a los desastrosos resultados de la guerra de los Siete Años (que le había costado a Francia la pérdida de su primer Imperio colonial) el inicio de aquella deriva de las finanzas estatales y de aquella crisis de confianza de los franceses en su sistema de Gobierno que constituiría una de las causas de la Revolución. Pero el primero en ser plenamente consciente de la gravedad de la derrota fue el mismo Luis XV, que decidió apostar por una política exterior de mantenimiento de la paz europea y por una línea interna de reforzamiento de la autoridad regia, de saneamiento de la deuda estatal y de reactivación de la economía. 

Choiseul

Luis XV era rutinario, quería a su ministro Choiseul, conde de Stainville, apreciaba su gran inteligencia, su inmensa capacidad de trabajo y sus maneras afables, y habría deseado seguir teniéndolo a su lado, pero, cuando barruntó que Choiseul estaba tomando como pretexto un conflicto completamente marginal, surgido en las lejanas islas Malvinas entre España (aliada de Francia) e Inglaterra, para reabrir las hostilidades contra esta última, decidió despedirlo. El 24 de diciembre de 1770 el duque recibió la orden de dimitir como ministro y retirarse a su propiedad rural de Chanteloup, a trece horas de carruaje de París. En abril del siguiente año, cuatro meses después de la instalación del llamado triunvirato (D’Aiguillon, Terray y Maupeau) en el Gabinete del Consejo, Luis XV abolió la venalidad de los cargos y disolvió el Parlamento, sustituyéndolo por uno nuevo, con los poderes muy reducidos. Era el comienzo de una auténtica revolución política que, de haber sido continuada por Luis XVI, tal vez habría evitado la de 1789.

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