martes, 23 de abril de 2024

Queda siempre en el alma una luz que no se apaga

Lo que hacen ordinariamente las pasiones es ofuscar nuestro entendimiento, torcer el juicio, pero no cegar del todo aquél ni destituirnos de éste. Queda siempre en el fondo del alma una luz que se amortigua, mas no se apaga; y el que brille más o menos en las ocasiones críticas depende, en buena parte, del hábito de atender a ella, reflexionar sobre nuestra situación, de saber dudar de nuestra aptitud para pensar bien en el acto, de no tomar los chispazos de nuestro corazón por luz suficiente para guiarnos y de considerar que no son propios sino para deslumbrarnos, escribe Jaime Balmes en El Criterio.


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