miércoles, 7 de diciembre de 2022

La guerra del Yom Kipur

Cuenta el profesor británico de origen judío Tony Judt que con “Nasser humillado y la era colonial cada vez más lejana en la memoria, muchos conservadores europeos perdieron interés en Israel y se esforzaron por obtener el favor de sus vecinos productores de petróleo antes de la crisis energética de 1973, pero especialmente después. Así que, de diversas formas, después de 1967 el contexto internacional se fue haciendo cada vez más desfavorable a Israel, pese a su espectacular victoria y a causa de ella. Pero el cambio más importante de todos, la transformación que modificaría la relación de Israel con el resto del mundo, tuvo lugar en el propio país. Liberados de una amenaza seria y habiendo demostrado que se bastaban a sí mismos, los israelíes se volvieron arrogantes. En este sentido es bastante típica la actitud de Yael Dayan, que escribió en su diario cuando la guerra terminó: “La nueva realidad de Oriente Próximo presentó a Israel como el elemento más fuerte y, como tal, puede hablar una lengua distinta y había que hablarle de una forma distinta”. La irritable inseguridad que había caracterizado al país en sus primeras dos décadas se transformó en ufana autosatisfacción. La gran victoria de 1967 dio al sionismo una inyección de vitalidad con una nueva generación de emigrantes entusiastas que llegaron de Estados Unidos especialmente; pero estos nuevos sionistas llevaron consigo no los viejos textos socialistas de emancipación, redención y comunidad, sino una Biblia y un mapa. Para ellos, la accidental ocupación israelí de Judea y Samaria no era un problema, era una solución. En su visión religiosa, la derrota de los enemigos históricos de Israel no era el final, sino más bien el comienzo. La pretenciosa confianza después de junio de 1967 condujo a los desastres iniciales de la guerra del Yom Kipur de 1973 cuando, incapaz de imaginar que la planificación militar árabe era tan buena como sugería su propio servicio de inteligencia, el Estado Mayor israelí fue sorprendido durmiendo.” Después de ser levemente derrotados en la Guerra de los Seis Días, los países Árabes que rodean Israel quisieron redimirse y trataron de recuperar territorios perdidos. Desde 1972, el ejército egipcio y el sirio se reconstruyeron desde cero. Adquirieron equipos actualizados, principalmente a través de la Unión Soviética; MiGs, tanques T-55 y T-62, misiles antiaéreos (SA2-3-6-7) y los misiles guiados antitanque Sagger. Para octubre de 1972, Anwar Sadat, Presidente de Egipto, ya estaba hablando de atacar a Israel en reuniones privadas con su personal del ejército. La guerra llevó al reconocimiento de que no había garantía de que siempre dominaría militarmente a los estados árabes. Estos cambios allanaron el camino para el proceso de paz subsiguiente. Los Acuerdos de Camp David (1978) que siguieron dieron lugar a la devolución del Sinaí a Egipto y la normalización de las relaciones entre los dos países; el primer reconocimiento pacífico de Israel por parte de un país árabe. Egipto continuó su alejamiento de la Unión Soviética y abandonó su área de influencia en su totalidad.

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