La palabra burguesía, que designaba en principio a la clase media urbana, acabó adquiriendo una connotación negativa y despectiva a partir de Marx, pero sobre todo a partir de Lenin y la revolución soviética. Desde entonces, el burgués no es solo el miembro de la clase media, ni siquiera el capitalista, sino el individuo acomodaticio, anclado en concepciones artificiosas por convencionales, o anticuadas, carente de inquietudes y dado a aceptar un orden de cosas en que las buenas maneras y la educación adquirida son dominantes, escribe el historiador y catedrático José Luis Comellas.
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