viernes, 7 de octubre de 2022

Fanatismo

El fanatismo no es únicamente propiedad de Al Qaeda y del Daesh, de Jabhat al Nusra, Hamás y Hezbolá, de los neonazis, los antisemitas, los devotos de «la supremacía blanca», los islamófobos, el Ku Klux Klan, los Jóvenes de las Colinas y del resto de los que derraman sangre en nombre de sus creencias. Esos y otros fanáticos por el estilo son conocidos por todos. Pero hay otras clases de fanatismo, menos evidentes y menos visibles, que son frecuentes a nuestro alrededor y a veces también en nosotros mismos. De cuando en cuando nos podemos tropezar, por ejemplo, con opositores fanáticos al tabaco que reaccionan como si casi hubiese que quemar vivos a quienes se atreven a encenderse un cigarro en su presencia. O fanáticos vegetarianos y veganos que a veces parecen dispuestos a devorar vivos a los que comen carne. La intransigencia fortificada y atrincherada en sí misma, la intransigencia sin puertas ni ventanas, parece ser el síntoma de esa enfermedad, al igual que las posturas surgidas de pozos turbios de desprecio y de rechazo que destierran todos los demás sentimientos.

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