sábado, 11 de enero de 2020

El retrato del conde-duque de Olivares trazado por Marañón

John H. Elliott en su libro Haciendo Historia cuenta que “los aspectos convencionales de una biografía (un examen del origen y formación del individuo, su personalidad, estilo de vida y relaciones) ya habían sido tratados por Marañón, aunque no fuera de una manera convencional. El resultado era un libro notable, si bien Braudel había señalado certeramente su principal debilidad, no haber indagado con profundidad en la relación de su protagonista con el entorno
Gregorio Marañón
social, político y cultural en el que, como gobernante, se veía obligado a actuar…… Marañón, que fue el fundador de la endocrinología española, seguía de cerca las teorías de Kretschmer sobre la estrecha relación entre cuerpo y personalidad y, aunque nunca sucumbió a un burdo determinismo biológico, trató de clasificar los protagonistas de sus biografías históricas, incluido Olivares, en conformidad con los “biotipos” de Kretschmer. Las clasificaciones de Kretschmer ya no se consideran válidas, pero permitieron a Marañón pintar un vívido retrato del achaparrado, corpulento y obeso conde-duque como tipo pícnico con temperamento cicloide, en contraste con su rival Richelieu, clasificado como tipo asténico con temperamento esquizoide”.

Conde duque de Olivares
“Si bien el retrato del conde-duque trazado por Marañón adquirió forma bajo las teorías psicológicas del periodo en que fue escrito, también recibió la influencia de las circunstancias políticas de la época. La Europa de las décadas de 1920 y 1930 fue la Europa de los dictadores y el ascenso de Mussolini y Hitler (de nuevo dos tipos físicos opuestos) le debió de proporcionar alguna pista. Los hombres con una "pasión de mandar" (y reconocía que había muchos de ellos) podían llegar a ser dictadores cuando se encontraban en un ambiente social favorable”.

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