martes, 20 de noviembre de 2018

Fábulas de La Fontaine.

Karl Vossler opina que las fábulas de La Fontaine no son para niños ni La Fontaine es un educador. Este La Fontaine que se da a leer a los niños, escribe el escritor francés Sainte-Beuve, es como vino tinto añejo, que cuando mejor sabe es cuando ya se han pasado los cuarenta. La Fontaine no es, desde luego, un moralista al uso de los niños. Como el también escritor francés Giraudoux subraya, la enseñanza de las fábulas subvierte las creencias de la moral religiosa y la ética tradicional. Porque los apólogos enseñan que triunfa el más fuerte o el más astuto, que no hay otra justicia que la de la fuerza brutal o la trampa engañosa. “La razón del más fuerte es siempre la mejor”, dice una de las sentencias de La Fontaine.

Si los niños aprendieran su moral de los ejemplos de La Fontaine, saldrían, como señala Giraudoux, avaros, brutales, astutos, desconfiados y amantes de compromisos; y un tanto desconcertados ante ese mundo bestial que el fabulista retrata de modo tan fresco y agudo.

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