viernes, 13 de julio de 2018

La incuestionable aportación de los cartógrafos.


Juan Antonio Cebrián en su libro La aventura de los conquistadores  cuenta que el prodigioso acontecer del descubrimiento colombino no hubiese sido lo mismo sin la incuestionable aportación de los cartógrafos que plasmaron en papel toda la certidumbre constatada en las diferentes rutas y exploraciones que se iban gestando. Gracias a estos hombres de proceder meticuloso, miles de estudiosos europeos pudieron comprobar ante sus ojos la nueva realidad que Colón habían puesto en sus manos. Los mapas iniciales de las Indias Occidentales no anunciaban, dada la escasa información, la magnitud de lo descubierto. No obstante, vaticinaban que aquella latitud recién oteada guardaba innumerables misterios y alegrías para los esforzados que se atreviesen a sondearla.

El cántabro Juan de la Cosa formó parte de la primera expedición colombina y aportó a la empresa su magnífica nao llamada La Gallega, que posteriormente fue rebautizada con el nombre de Santa María. Precisamente, el almirante genovés, receloso de todos, imputó a De la Cosa el hundimiento premeditado de su nave capitana en Haití el 25 de diciembre de 1492, asunto este poco aclarado por la
historia y del que el ilustre cartógrafo salió absuelto y recompensado por la pérdida gracias a la intervención de Isabel la Católica. Sea como fuere, la enemistad proclamada entre los dos marinos quedó en agua de borrajas cuando el santoñés embarcó en el segundo viaje de Colón con el cargo de piloto mayor y la delicada misión de cartografiar las nuevas tierras que se fueran hallando. De ese modo, los mapas elaborados por Juan de la Cosa no sólo apoyaron el trabajo de Colón, sino que significaron mayor amplitud de miras para los futuros e inevitables viajes que se estaban preparando. En 1500, editó su famoso Mapamundi, además de numerosas cartas náuticas que le darían fama y reconocimiento.

Carta Juan de la Cosa
Américo Vespucio, le cupo el honor de dar nombre a todo un continente. Nacido en Florencia en 1451. Fue eficaz cartógrafo al servicio de la poderosa casa Médicis, que le envío como agente a Sevilla en 1492, lugar en el que quedó impresionado por los ecos triunfales del primer viaje colombino. El nombre de América quedó unido de manera indisoluble al de Vespucio, pues en el cónclave burgalés convocado por Fernando el Católico en 1508 el florentino fue designado piloto mayor de Indias, una especie de coordinador general encargado de recopilar cuantos datos geográficos, cartográficos o náuticos se tuviesen hasta la fecha, o se consiguieran a posteriori, sobre las Indias Occidentales.

Los españoles, se resistieron al término América hasta el
Américo Vespucio
siglo XVIII, argumentando que era a todas luces injusto bautizar un continente con el nombre de alguien que no había contraído méritos suficientes para semejante dignidad. En verdad, hemos de decir que el propio Vespucio no llegó a fomentar en ninguna ocasión dicha propuesta, siendo más bien Waldseemüller quien asumió la iniciativa. Desde 1507, año en el que este alemán habló por primera vez de América, así hemos conocido el Nuevo Mundo, sin que al propio afectado, Vespucio, le llegase a importar demasiado.

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