jueves, 26 de julio de 2018

Después de la Segunda Guerra Mundial en la Europa occidental hubo tremendas represalias.

1944. Chartreuse. Represalias contra una mujer francesa que tuvo un hijo con un aleman.
Cuenta el historiador británico Ian Kershaw que después de la Segunda Guerra Mundial en la Europa occidental hubo tremendas represalias por todo lo que la población había tenido que soportar. Lo peor sucedió en Italia, donde se calcula que los asesinados durante la última fase del conflicto fueron unos 12.000, en su mayoría antiguos fascistas. Al final de la guerra en muchos pueblos y ciudades del norte de Italia los partisanos se dedicaron durante varias semanas a llevar a cabo ejecuciones arbitrarias de jerarcas fascistas, funcionarios, colaboradores y delatores. Las turbas asaltaron las cárceles de algunas poblaciones y lincharon a los fascistas que habían sido internados en ellas. 

Mujer francesa colaboracionista
Captura de colaboracionistas en Rennes (Francia), 1944 
En Francia unos 9.000 antiguos destacados partidarios del régimen de Vichy fueron asesinados, sobre todo durante los días de la liberación en agosto de 1944. En Holanda y Bélgica se produjeron actos brutales de venganza cuando cerca de cien colaboracionistas, principalmente individuos de poca monta, fueron ejecutados sumariamente tras la liberación de Bélgica en el otoño de 1944, y en mayo de 1945 se desencadenó una segunda oleada de ejecuciones. No todas las víctimas fueron elegidas por haber cometido delitos políticos. Entre los que fueron ejecutados de manera arbitraria hubo algunos que cayeron víctimas de enemistades personales o de rivalidades en el campo de los negocios. 

En la Europa occidental, las mujeres condenadas por “colaboración horizontal”, consideradas culpables de acostarse con el enemigo, a menudo se convirtieron en chivos expiatorios de la cólera reprimida de comunidades enteras. En Francia, Italia, Dinamarca, Holanda y las Islas del Canal esas mujeres se convirtieron en parias sociales y fueron humilladas ritualmente en público siendo rapadas, desnudadas en plena calle y a veces cubiertas de excrementos. Sólo en Francia cerca de 20.000 fueron sometidas a esa degradación en presencia de una numerosa multitud integrada por los habitantes de sus ciudades.

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