La mayoría de los cambios en la vida de un individuo producen ansiedad y representan una forma de duelo. Poco a poco descubrimos lo que ganamos con la nueva situación, pero antes o después también tomamos conciencia de aquello que perdemos. Cuando los duelos pueden ser vividos, expresados y acompañados de forma conveniente por personas comprensivas y afectuosas, podemos superarlos e, incluso, recoger sus frutos. En caso contrario, se quedan estancados y puede que nunca lleguemos a sobreponernos del todo, escribe la filósofa Heike Freire Rodríguez.
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