Armando Valladares, poeta cubano que pasó 22 años en las cárceles de Fidel Castro, cuenta en su libro Contra toda esperanza que pasaba mucha hambre; pero para no perder la dignidad, siempre apartaba unos granos de arroz de la escudilla y no los comía. Esto le hacía sentirse libre; le diferenciaba de un irracional; era dueño de su vida, de sus actos, a pesar de las circunstancias.
En un poema se expresaba así: “Me lo han quitado todo/ la pluma/ los lápices/ la tinta/ porque ellos no quieren/ que yo escriba/ y me han hundido/ en esta celda de castigo/ pero ni así ahogarán mi rebeldía. / Me lo han quitado todo / bueno, casi todo/ porque me queda la sonrisa/ el orgullo de sentirme un hombre libre/ y en el alma un jardín/ de eternas florecitas. / Me lo han quitado todo/ la pluma/ los lápices/ pero me queda la tinta de la vida/ mi propia sangre/ y con ella escribo versos todavía”.
En un poema se expresaba así: “Me lo han quitado todo/ la pluma/ los lápices/ la tinta/ porque ellos no quieren/ que yo escriba/ y me han hundido/ en esta celda de castigo/ pero ni así ahogarán mi rebeldía. / Me lo han quitado todo / bueno, casi todo/ porque me queda la sonrisa/ el orgullo de sentirme un hombre libre/ y en el alma un jardín/ de eternas florecitas. / Me lo han quitado todo/ la pluma/ los lápices/ pero me queda la tinta de la vida/ mi propia sangre/ y con ella escribo versos todavía”.
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