sábado, 25 de mayo de 2024

Una civilización presidida por la ética de la normalidad

“Los nuevos héroes de la cultura light han adulterado la idea de normalidad; el hombre ya no puede aspirar ha ser mejor, sino a ser normal. Y el sistema sociocultural castiga al inconformismo con el ridículo y la derrota. La moral ya no es más que una racionalización de lo que se desea, no implica ninguna exigencia personal, ya que ha desaparecido la tensión entre lo deseado y lo debido, entre lo dado y lo posible. La ética de la normalidad tiene en la estadística el sustituto funcional de la conciencia. Favorece la configuración de un individuo anodino que reproduce las valoraciones y los modos de comportamiento más extendidos. El único criterio de valor disponible es la vigencia social. Desde este entramado cultural, toda rebelión resulta ser un espejismo y la moral una mera regla de urbanidad, un lubricante social o una simple actitud estética.”
“Una civilización presidida por la ética de la normalidad castiga cuando se instala al margen de lo convenido o lo consiente, como un narcisismo del yo al que se ha privado de contenido”, escribe Daniel Innerarity, filósofo español y director del Instituto Globernance en San Sebastián.

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