martes, 28 de mayo de 2024

Honrar a quien nos ha precedido

“En la común experiencia humana, el amor es descendiente. No vuelve sobre la vida que está detrás de las espaldas con la misma fuerza con la que se derrama sobre la vida que está todavía delante. La gratuidad del amor aparece también en esto, los padres lo saben desde siempre, los ancianos lo aprenden pronto. A pesar de eso, la revelación abre un camino para una restitución diferente del amor, es el camino de honrar a quien nos ha precedido. El camino de honrar a las personas que nos han precedido empieza aquí, honrar a los ancianos. Este amor especial que se abre el camino en la forma del honor,es decir, ternura y respeto al mismo tiempo, destinado a la edad anciana está sellado por el mandamiento de Dios. “Honrar al padre y a la madre” es un compromiso solemne. …Se trata de la generación y de las generaciones que preceden, cuya despedida también puede ser lenta y prolongada, creando un tiempo y un espacio de convivencia de larga duración con las otras edades de la vida. En otras palabras, se trata de la vejez de la vida”, manifiesta el papa Francisco.
“Pensemos, añade Francisco en la audiencia del 20 de Abril de 2022, bien en esta bonita declinación del amor que es el honor. El cuidado mismo del enfermo, el apoyo a quien no es autosuficiente, la garantía del sustento, pueden carecer de honor. El honor desaparece cuando el exceso de confianza, en vez de declinarse como delicadeza y afecto, ternura y respeto, se convierte en rudeza y prevaricación. Cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en un resquicio para la burla y la agresividad. Puede suceder incluso entre las paredes domésticas, en las residencias, como también en las oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad. Fomentar en los jóvenes, también indirectamente, una actitud de suficiencia,e incluso de desprecio, hacia la edad anciana, sus debilidades y su precariedad, produce cosas horribles. Abre el camino a excesos inimaginables. Los chicos que queman la manta de un vagabundo, porque lo ven como un desecho humano, son la punta del iceberg, es decir, del desprecio por una vida que, lejos de las atracciones y de las pulsiones de la juventud, aparece ya como una vida de descarte. Muchas veces pensamos que los ancianos son el descarte o los ponemos nosotros en el descarte; se desprecia a los ancianos y se descartan de la vida, dejándoles de lado. Este desprecio, que deshonra al anciano, en realidad nos deshonra a todos. El Libro del Eclesiástico es justamente duro en relación con este deshonor, que clama venganza a los ojos de Dios. Existe un pasaje, en la historia de Noé, muy expresivo en relación con esto. El viejo Noé, héroe del diluvio y todavía gran trabajador, yace descompuesto después de haber bebido algún vaso de más. Ya es anciano, pero ha bebido demasiado. Los hijos, por no hacerle despertar en la vergüenza, lo cubren con delicadeza, con la mirada baja, con gran respeto. Este texto es muy bonito y dice todo del honor debido al anciano; cubrir las debilidades del anciano, para no avergonzarlo.”  


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