miércoles, 8 de mayo de 2024

Desde la caída del muro de Berlín vivimos en el hastío democrático

“Desde la caída del muro de Berlín, dice Enrique Navarro investigador del CSIC, vivimos en el hastío democrático; los ciudadanos esperan que el estado les resuelva todos los problemas y necesidades, anteponiéndose esta necesidad a los principios que inspiran nuestro modelo de sociedad libre e individualista. La corrupción ha alejado a grandes masas de la población de la política, a la que ven como un enemigo de sus intereses. La partidocracia y no la meritocracia ha llevado a que la mitad de la riqueza de Occidente sea gestionada por personas cuyo mérito es la adhesión a una organización y a un líder. La gente no ha permanecido inmune antes estos fenómenos y han conducido a que sean muchos los que claman por acabar con el sistema político y económico más exitoso de la historia de la humanidad, a pesar de sus imperfecciones. La descristianización, las inmigraciones irregulares, el revisionismo histórico, el feminismo y la exaltación de hechos y valores que chocan contra principios morales que estaban muy arraigados, sobre todo en esa parte elitista, han puesto en solfa a Occidente; muchos se afanan en importar modelos autoritarios que nos devuelvan a los principios que muchos creen abandonados. Es el miedo a esta enorme revolución social y económica lo que ha condicionado la aparición de estos movimientos de corte populista, autoritarios a izquierda y derecha, que son el unicornio intelectual de Putin en Occidente, como los partidos comunistas lo fueron durante la Guerra Fría.”
Occidente aun sigue teniendo la superioridad enorme que otorgan los derechos individuales y la libre elección del gobierno, es decir el control del poder por los ciudadanos. En Occidente la soberanía y el poder reside en el pueblo y se sustenta en el respeto a la ley emanada de un consenso social. Su desarrollo social, económico, científico y ético es infinitamente superior. 


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