jueves, 5 de agosto de 2021

Cuando rendir cuentas no era un cuento

Durante el siglo XVI y XVII era regla sin excepción que todos cuantos recibiesen fondos del tesoro de Castilla rindieran cuentas a la oficina de intervención de cuentas de la real hacienda española, la “contaduría mayor de cuentas”. La contaduría mayor era meticulosa, incorruptible y aparentemente infalible. Descubría a tiempo el menor chanchullo y malversación de los fondos públicos, y el castigo consistía en una multa tres veces superior al valor del fraude.
Las cuentas de Tomás López de Ulloa durante el segundo y tercero de los períodos en que fue pagador general del Ejército de Flandes (1642-1651) se que quedaron sin ajustar. En 1701 la contaduría mayor, después de cincuenta años de revisiones, declaró que los herederos de Ulloa debían al tesoro 309.325 florines, y hubieron de ser embargadas las posesiones de la familia en España.

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