sábado, 13 de febrero de 2021

Juan Pablo II logró encender una revolución de la conciencia por toda Europa



En la elección de Juan Pablo II en 1978, numerosos analistas y expertos creían que la división de Europa representada por el Muro de Berlín constituía una característica inamovible del escenario internacional. Europa y el mundo estaban fracturados en dos campos ideológicos opuestos y hostiles, y lo mejor que podía hacerse era procurar atenuar las tensiones entre ambos esperando que, con el transcurso deL tiempo pudieran llegar a algún tipo de convergencia. Así eran las cosas y así serían; y los líderes prudentes se ajustaban a esta realidad. 

Juan Pablo II tenía una visión distinta. Rehusó someterse a la tiranía de este planteamiento. Y, gracias a esto, cuenta su biógrafo George Weigel, logró encender una revolución de la conciencia por toda Europa central y oriental que, con el tiempo, atravesó el Muro de Berlín, en apariencia permanente e inquebrantable. Su papel central en el colapso del comunismo europeo ha sido reconocido por los historiadores de la Guerra Fría, pero esa faceta de su éxito papal no fue el único modo en que demostró su capacidad, movida por la fe, de llevar el curso de la historia en una dirección inesperada y mejor.

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