domingo, 21 de abril de 2019

El hogar


Para los moderadamente pobres, el hogar es el único lugar de libertad. No, es el único lugar de anarquía. Es el único sitio en la tierra en el que un hombre puede cambiar los planes de repente, hacer un experimento o permitirse un capricho. En cualquier otro lugar, debe aceptar las estrictas normas de la tienda, taberna, club o museo a los que entra. En su propia casa, puede comer en el suelo si quiere hacerlo, escribe Chesterton.

Para un hombre corriente y trabajador, la casa no es el único lugar tranquilo en un mundo de aventura. Es el único lugar salvaje en un mundo de reglas y tareas establecidas. El hogar es el único lugar en el que puede poner la alfombra en el techo o las tejas en el suelo si quiere hacerlo. Cuando un hombre pasa cada noche dando tumbos de bar en bar y de sala de fiestas en sala de fiestas, decimos que está llevando una vida irregular. Pero no es así, está llevando una vida sumamente regular bajo las aburridas, y a menudo opresivas, leyes de esos lugares, añade el escritor británico.


Y agrega el londinense que como todo hombre normal desea tener una mujer, e hijos nacidos de una mujer, todo hombre normal desea una casa propia donde meterlos. No desea tener simplemente un techo sobre sí y una silla debajo; quiere un reino visible y objetivo; un fuego en el que pueda cocinar la comida que le gusta, una puerta que pueda abrir a los amigos. 

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