lunes, 8 de abril de 2019

Como si muertos los sueños, sólo quedaran los apetitos


La ciencia anda desenfrenada en su afán de saber, sin la menor sujeción a una ética; la técnica anda desenfrenada en su tarea de dominar el mundo, sin la menor sujeción a una ética; y la industria anda desenfrenada en su labor de transformar la materia universal en bienes de consumo, sin preguntarse siquiera qué es necesario, qué es útil, qué es superfluo, qué es dañino, qué cosas nos hacen más civilizados, qué cosas nos hacen más pasivos más bárbaros. Basta que puedan ser anunciadas o vendidas para que las máquinas se desvelen produciendo, los televisores se desvelen anunciando y los supermercados se desvelen vendiendo, en un carnaval derrochador, irreflexivo y frenético. Como si, muertos los sueños, sólo quedaran los apetitos. Como si sólo fuera deseable y confiable lo que ha sido concebido y producido por la técnica humana, dice Ospina.  

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