domingo, 24 de julio de 2022

Stalin jamás manifestó compasión por los judíos

Desde el comienzo del hitlerismo, Stalin jamás manifestó la menor compasión por los judíos. ¡Hasta tiene un trasfondo de opinión hostil a los judíos! Antes de la guerra, deliberadamente cerró el territorio soviético a las víctimas alemanas de la persecución antisemita. Después de la guerra, siempre desconfió de las centenas de miles de judíos polacos que huían de Hitler a la URSS, primero en el otoño de 1939 y luego en los meses que siguieron al ataque de junio de 1941. Les temió por su doble carácter extranjero, de judíos y de polacos. Varias decenas de miles terminaron ese éxodo en el Gulag. Poco después, en 1944-1945, el Ejército Rojo liberó a clases y naciones, pero no tuvo una sola palabra, en su vocabulario, para la tragedia judía; cuando entró en Auschwitz, en enero de 1945, en Occidente no se sospechaba nada de lo que encontraría allí. Habrá que esperar hasta mayo y a una demanda inglesa para obtener un informe oficial cuya versión, difundida por la radio, no incluye la palabra “judío”. En las naciones del este de Europa liberadas y ocupadas por su ejército, Stalin encuentra una razón de más para no conceder a los judíos participación alguna en la victoria sobre el nazismo, pues esas naciones conservan un fondo de opinión antisemita, que sobrevive a la matanza organizada de judíos. Su sentimiento nacional es inseparable de él. Ya es bastante tomarlo de revés por la gran proporción de judíos que lograron salvarse por estar incluidos en la nomenklatura de los pequeños partidos comunistas locales; por una especie de pugna para obtener una compensación, será necesario que esos dirigentes judíos hagan olvidar su origen por partida doble; siendo los más patriotas de los patriotas en sus países respectivos, y los más fieles a Moscú de los fieles a Moscú en el movimiento comunista internacional. De suerte que el martirio judío vendrá a diluirse en el de las naciones, y en cada uno de estas el peso de su desdicha se inscribirá en la cuenta de crédito del Ejército Rojo. Después de Auschwitz y de Treblinka, los judíos sobrevivientes aún pagaron el elevado precio de aun no tener patria. 

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