jueves, 30 de diciembre de 2021

Hispanofóbicos

Philip Wayne Powel, historiador estadounidense especializado en la historia colonial española, escribe que “los conceptos hispanofóbicos que más han influido en la deformación del pensamiento occidental, tuvieron su origen entre franceses, italianos, alemanes y judíos, y se propagaron de forma extraordinaria durante los siglos XVI y XVII, merced al vigoroso y múltiple empleo de la imprenta. A mayor abundamiento, las pasiones de la Reforma Protestante, mezcladas con los intereses antihispanos de Holanda e Inglaterra, contribuyeron a formar un ambiente propicio para el desarrollo del amplio y frondoso árbol de odio que floreció y se puso muy de moda en el mundo occidental durante la época de la Ilustración del siglo XVIII cuando tantos dogmas de hoy tomaron forma clásica. La escala de los héroes de la anti-España se extiende desde Francis Drake hasta Teodoro Roosevelt; desde Guillermo El Taciturno hasta Harry Truman; desde Bartolomé de Las Casas hasta el mejicano Lázaro Cárdenas, o de los puritanos de Oliverio Cromwell a los comunistas de la Brigada Abraham Lincoln, de lo romántico a lo prosaico, y desde lo casi sublime, hasta lo absolutamente ridículo. Hay mucha menos distancia de concepto que la que hay de tiempo entre el odio anglo-holandés a Felipe II y sus ecos en las aulas de las universidades de hoy; entre la anti-España de la Ilustración y la anti-España de tantos círculos intelectuales de nuestros días.La deformación propagandística de España y de la América Hispana, de sus gentes y de la mayoría de sus obras, hace ya mucho tiempo que se fundió con lo dogmático del anticatolicismo. Esta torcida mezcla perdura en la literatura popular y en los prejuicios tradicionales, y continúa apoyando nuestro complejo nórdico de superioridad para sembrar confusión en las perspectivas históricas de Latinoamérica y de los Estados Unidos”.


Defensa de Cartagena de Indias contra la flota de Lord Vernon

El auténtico español, especialmente en su apogeo imperial, fue un soldado y diplomático de primera clase, con muchas victorias en su haber; podría significar una gran desilusión para nuestros escolares y público el conocer cuán a menudo desbarató los planes de nuestros antepasados anglosajones, añade Powell. Vayan como prueba unos pocos ejemplos, la derrota de Juan Aquines (John Hawkins) y Francis Drake en Veracruz (Méjico) en 1568; la airosa defensa de Cartagena de Indias contra la flota de Lord Vernon en 1740; la derrota por los hispano argentinos de dos intentos sucesivos de invasión inglesa en 1806 y 1807; el fracaso del proyecto de Cromwell contra las Indias Españolas, en contraposición con sus grandes objetivos; y un éxito general al mantener, e incluso aumentar, sus dominios americanos no sólo contra los ingleses, sino contra cuantos les amenazaron y atacaron. 

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