sábado, 16 de octubre de 2021

¿Dejarlo llorar?


Por la noche, la madre mete al bebé en la cuna y se va a dormir. El niño, aterrorizado por el sentimiento de soledad y por la pérdida de contacto con el cuerpo de la madre, empieza a gritar y a llorar. Ninguna madre animal dejaría de responder a la llamada de su cría. Sin embargo, algunas madres humanas creen que sería un error responder a la llamada de su hijo. Ceder al llanto del niño sería malcriarlo. Además, según le han dicho, llorar es bueno para el niño, porque fortalece los pulmones. Así que, como no hay respuesta, el bebé sigue llorando. Puede que la primera vez que sucede algo así el niño llore durante horas, antes de caer rendido y dormirse. Si a la noche siguiente se repite la misma situación, el niño ya no llorará durante tanto rato y se dormirá más pronto. La madre quizá piense que su hijo ha aprendido la lección, pero, y es bien sencillo, lo que pasa es que el niño ya no tiene energía para repetir el intento. El sueño llega antes porque él se agota antes. Después de varias experiencias de este tipo, el bebé aprende a abandonar la lucha para tener cerca a su madre. En efecto, el niño ha reprimido el anhelo de ese contacto, y ya no siente dolor ni frustración. Ha aceptado una nueva realidad, en la que ya no se expresa el deseo de cercanía e intimidad. La semilla del narcisismo y la personalidad límite está sembrada, manifiesta al psicoterapeuta estadounidense Alexander Lowen.

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