El presidente de Argentina Javier Milei, impartió una conferencia en la Universidad de Standford ante los estudiantes del Instituto Hoover.Explicó Milei, que el principal argumento de Ludwig Heinrich Edler von Mises contra el socialismo es aquel que señala que, dada la ausencia de precios (los cuales, expuso, informan sobre intercambios de derechos de propiedad) o la distorsión de los mismos como consecuencia de la intervención estatal, en un sistema socialista de planificación central el cálculo económico sería imposible, por lo que la sociedad iría empobreciéndose dada la ineficiente distribución de los recursos que de ello se derivaría. Por eso, explicó, allí donde se aplica el socialismo resulta ser un fracaso en todos los aspectos. Hizo referencia a la incompatibilidad de incentivos que se generan bajo un régimen socialista, puesto que las personas encontrarían que pese a su esfuerzo por prosperar el Estado impediría que se apropiasen del fruto de su trabajo, por lo que llevaría a muchos a concluir que no tiene sentido trabajar, llevando en última instancia a impedir la innovación y el progreso. Por todo ello, como expresó en varias ocasiones, para Milei "la intervención genera daño”.
El presidente definió qué es el mercado "un proceso de cooperación social donde se intercambian derechos de propiedad voluntariamente". Por ello si algo es voluntario no puede haber ningún fallo de mercado en el propio intercambio (lo cual, no obstante, no implica que no pueda haber errores de cálculo). Por eso mismo, el único agente que fuerza la realización de transacciones involuntarias es el Estado, por lo que sólo pueden existir los fallos del Estado, incidiendo además en que, en tanto que el mercado somos nosotros, no deberíamos aceptar que un tercero (el Estado) que no conoce nuestras necesidades ni preferencias nos obligue a efectuar ciertos intercambios y nos diga que estamos equivocados. Respecto a qué es lo que garantiza el crecimiento económico de una sociedad, Milei explicó que los trabajos de Angus Maddison le hicieron ver que, si desde la Revolución industrial el PIB per cápita (que permaneció prácticamente constante durante 1.800 años) creció unas diez veces al mismo tiempo que la población se incrementó otras siete, frente a lo que se creía, la interpretación de Adam Smith al respecto sería la correcta, en lugar de la de Malthus, pues ese proceso mediante el cual más gente se incorporó al mercado y, al mismo tiempo, aumentó la productividad, implicó la presencia de rendimientos crecientes.
Si bien el análisis macroeconómico previo empleaba modelos de naturaleza intertemporal en los que la tasa de interés era determinada por la interacción entre ahorro e inversión, Keynes introdujo una función en la que el consumo dependía del ingreso y eliminó el factor temporal. En consecuencia, se comenzó a considerar que en el mercado de bienes se determinaban los ingresos (en lugar del interés), con los que se determinaría a su vez la demanda de trabajo, la cual, contrapuesta a la oferta de trabajo, llevaría a determinar el salario. El problema de todo ello, indicó Milei, es que faltaba una explicación correcta sobre la determinación de los precios y el interés, porque, de hecho, se comenzó a considerar que el interés se determina en el mercado de dinero (algo que calificó de "delirante" y de "locura", porque el interés existe en la medida en que existe el tiempo, no por la existencia de dinero) y que los precios expresan un margen sobre los salarios (destruyendo así la teoría del valor).
El presidente definió qué es el mercado "un proceso de cooperación social donde se intercambian derechos de propiedad voluntariamente". Por ello si algo es voluntario no puede haber ningún fallo de mercado en el propio intercambio (lo cual, no obstante, no implica que no pueda haber errores de cálculo). Por eso mismo, el único agente que fuerza la realización de transacciones involuntarias es el Estado, por lo que sólo pueden existir los fallos del Estado, incidiendo además en que, en tanto que el mercado somos nosotros, no deberíamos aceptar que un tercero (el Estado) que no conoce nuestras necesidades ni preferencias nos obligue a efectuar ciertos intercambios y nos diga que estamos equivocados. Respecto a qué es lo que garantiza el crecimiento económico de una sociedad, Milei explicó que los trabajos de Angus Maddison le hicieron ver que, si desde la Revolución industrial el PIB per cápita (que permaneció prácticamente constante durante 1.800 años) creció unas diez veces al mismo tiempo que la población se incrementó otras siete, frente a lo que se creía, la interpretación de Adam Smith al respecto sería la correcta, en lugar de la de Malthus, pues ese proceso mediante el cual más gente se incorporó al mercado y, al mismo tiempo, aumentó la productividad, implicó la presencia de rendimientos crecientes.
Si bien el análisis macroeconómico previo empleaba modelos de naturaleza intertemporal en los que la tasa de interés era determinada por la interacción entre ahorro e inversión, Keynes introdujo una función en la que el consumo dependía del ingreso y eliminó el factor temporal. En consecuencia, se comenzó a considerar que en el mercado de bienes se determinaban los ingresos (en lugar del interés), con los que se determinaría a su vez la demanda de trabajo, la cual, contrapuesta a la oferta de trabajo, llevaría a determinar el salario. El problema de todo ello, indicó Milei, es que faltaba una explicación correcta sobre la determinación de los precios y el interés, porque, de hecho, se comenzó a considerar que el interés se determina en el mercado de dinero (algo que calificó de "delirante" y de "locura", porque el interés existe en la medida en que existe el tiempo, no por la existencia de dinero) y que los precios expresan un margen sobre los salarios (destruyendo así la teoría del valor).
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