miércoles, 1 de noviembre de 2023

Se han multiplicado los trabajos a tiempo parcial y otras modalidades de fragilidad laboral

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la organización multilateral que agrupa a una treintena de los países mejor situados, hizo público un informe titulado “Por qué menos desigualdad beneficia a todos” en el que se demuestra que las desigualdades entre ricos y pobres se han situado en su máximo nivel al menos desde que inició su medición hace treinta años. Entre 2007 y 2011 (último año analizado) los ingresos en los hogares descendieron prácticamente en todos los países de la organización, pero en mucha menos medida en las capas más privilegiadas. Oxfam Intermón aporta algunos datos a nivel agregado muy ilustrativos, casi la mitad de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población; siete de cada diez personas viven en países en los que la desigualdad económica ha crecido en las últimas tres décadas.
La flexibilización del mercado de trabajo. Esa flexibilización ha dado como resultado una menor diferenciación entre los trabajadores fijos y temporales en sentido inverso al progreso. Los fijos han perdido derechos y seguridades, y se han acercado a las condiciones precarias de los temporales en una especie de carrera hacia el “todos precarios”. Se han multiplicado los trabajos a tiempo parcial y otras modalidades de fragilidad laboral (abaratamiento del despido, reducción del seguro de desempleo…) que se han convertido en estructurales. Como resultado, el conjunto del mercado laboral ha devenido más precario.

La sanidad universal y pública, la educación, las pensiones, el seguro de desempleo, la atención a los dependientes, la socialización de la negociación colectiva, el derecho del trabajo… han sido demediados. Se pretende sustituir la universalidad por el“conservadurismo compasivo”, consistente en cuidar sólo a los más pobres pero sin atender a criterios redistributivos. El gran historiador Tony Judt lo explica de este modo: “La elección a la que nos enfrentamos en la siguiente generación no es entre el capitalismo y el comunismo, o el final de la historia o el retorno de la historia, sino entre la política de cohesión social basada en unos propósitos colectivos y la erosión de la sociedad mediante la política del miedo”. La distancia entre la práctica teórica (los discursos) y la práctica política (los actos) se ha hecho tan grande que la desafección ciudadana pasa por una fase aguda, muy difícil de paliar.

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