martes, 28 de noviembre de 2023

El uso de la violencia es algo esencial para el primer paso hacia el comunismo

Como Marx lo señaló en reiteradas ocasiones, la destrucción inmediata del viejo Estado y la instauración de la dictadura del proletariado. Esta dictadura consiste en el gobierno directo de las masas populares armadas que, siguiendo el modelo que Marx encontró en la Comuna de París de 1871, se basa en la abolición de la propiedad privada y la represión contra la burguesía y sus aliados. El uso de la violencia, tanto para tomar el poder como para mantenerlo, es algo esencial para este primer paso hacia el comunismo, tal como Marx lo señaló insistentemente. Lenin cita al respecto no solo el Manifiesto comunista sino un texto de Engels titulado “De la autoridad”, en el cual sostiene que una “revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto mediante el cual una parte de la población impone su voluntad a la otra mediante los fusiles, las bayonetas y los cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido triunfante, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus armas inspiran en los reaccionarios”. De esta manera, por la fuerza y el terror, se pone fin inmediato a toda explotación del hombre por el hombre. Esto hace que el nuevo Estado ya no sea un Estado en el verdadero sentido de la palabra, sino un Estado en extinción, necesario solamente mientras dure la tarea de aplastar a los enemigos de la revolución. 
Lenin llevaría a decretar, el 14 de enero de 1918, el envío de destacamentos armados de requisa al campo ruso con la orden de “adoptar las medidas revolucionarias más extremas” y fusilar, sin juicio previo, a “especuladores y saboteadores”. Se iniciaba así la larga guerra de los bolcheviques contra su propio pueblo. Unos días antes los bolcheviques habían cerrado el capítulo democrático de la Revolución rusa al disolver por la fuerza la Asamblea Constituyente recién reunida. La razón era simple, las elecciones de noviembre, las únicas universales y democráticas de la historia de Rusia hasta 1993, habían puesto, con toda claridad, a los bolcheviques en minoría, con un poco menos de una cuarta parte de los votos. Frente a ellos se alzaba la aplastante mayoría absoluta del Partido Socialista Revolucionario, que había recibido un apoyo compacto de los campesinos. El resultado bolchevique, por su parte, era fuerte en los grandes centros urbanos y, sobre todo, entre los soldados y marineros. El país estaba, en otras palabras, profundamente escindido y los bolcheviques contaban con una base social y militar lo suficientemente fuerte como para poder mantener su dictadura pero no para gobernar democráticamente.
A fines de marzo y comienzos de abril de 1918 Lenin desarrolla sus ideas sobre la necesidad de una amplia represión para mantener el poder bolchevique. De allí nace uno de sus escritos más reveladores y descarnados: “Las tareas inmediatas del Poder Soviético”, publicado en Pravda a fines de abril. En ese largo escrito Lenin proclama abiertamente la dictadura y declara el inicio de la guerra contra amplias capas de la población en los territorios controlados por los bolcheviques.

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