Para Sartre la “autenticidad” es la norma aceptada universalmente de “Sé sincero contigo mismo”. Una persona vive con autenticidad si actúa siguiendo el principio de que su existencia precede a su esencia. En esencia, una persona no es digamos un camarero, o un demócrata, o un bebedor empedernido, estos no son más que papeles que elige representar en la vida y no unas cualidades innatas que no pueda trascender. Por ejemplo, una persona auténtica no puede decir de buena fe: “Me tomo dos whiskis en el almuerzo porque yo soy así”, ya que se estaría tratando a sí misma como un objeto con unas características inmutables, que no existe como un sujeto con la capacidad de elegir quién es y los actos que realiza.
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