miércoles, 23 de febrero de 2022

Para Keynes el Tratado de Versalles preparaba el terreno para una segunda guerra mundial

John Keynes

Al terminar la Primera Guerra Mundial, en 1918, pidieron John Keynes para que les asesorara sobre la mejor forma de conseguir las máximas indemnizaciones de los derrotados alemanes. Lo que Keynes descubrió en las conversaciones de paz de París le sorprendió. Mientras que los victoriosos líderes aliados soñaban con la miseria que esperaban provocar en el país alemán mediante penas financieras severas, Keynes veía las cosas de una forma ligeramente diferente. Creía que para provocar deliberadamente la miseria de un país como Alemania, había que imponer la pobreza total a sus ciudadanos, lo cual crearía las condiciones perfectas para el extremismo político, la insurrección e incluso la revolución. Keynes creía que el Tratado de Versalles, en lugar de propiciar un final justo para la primera guerra mundial, había preparado el terreno para la segunda guerra mundial. De vuelta a casa, escribió Las consecuencias económicas de la paz, una crítica devastadora a la locura de los líderes aliados. Keynes, creyendo que las indemnizaciones podían ser desastrosas para la posibilidad de conseguir la paz permanente en Europa, se sentía cada vez más miserable. “Estoy totalmente agotado, en parte por el trabajo y en parte por la depresión que me produce ver el mal que hay a mi alrededor, escribió a su madre, la paz es aberrante e imposible y no puede traer nada más que desgracia… supongo que he sido cómplice de toda esta maldad y locura, pero el fin está muy próximo”.



“Los que firmen este Tratado firmarán la sentencia de muerte de muchos millones de hombres, mujeres y niños alemanes, escribió,la condena afecta tanto a los austríacos, como a los alemanes”. Keynes citó un editorial publicado en Arbeiter Zeitung, el periódico vienés. “Todas las cláusulas (del Tratado de Saint-Germain) están impregnadas de crueldad y de implacabilidad, y no se puede detectar en ellas ni un ápice de humanidad, lo cual va en contra de lo que une a los hombres y es un crimen contra la propia humanidad, contra unas personas que sufren y son torturadas”. Keynes comentó: “Conozco con detalle el Tratado Austríaco y estuve presente durante la redacción de algunas de sus condiciones, pero no me resulta fácil rebatir la justicia de este ataque”.

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