lunes, 4 de noviembre de 2019

Sola la virtud posee la justa medida que los vicios del alma no aceptan

Séneca
Séneca decía que nada importa lo intensa que sea la pasión; por más pequeña que sea no sabe obedecer, no acepta un consejo. Como ningún animal secunda la razón, ni el que es feroz, ni el doméstico y manso (pues su naturaleza es insensible a los consejos), así tampoco las pasiones, por más débiles que sean, ni la secundan, ni la escuchan. Los tigres y los leones nunca se despojan de su fiereza; en ocasiones la mitigan; pero, cuando menos se espera, se irrita su crueldad amansada. Jamás los vicios se amansan noblemente. Por lo tanto, si la razón se impone, las pasiones ni siquiera comenzarán; si comienzan en contra de la razón, en contra de ella se mantendrán. Es más fácil impedir el comienzo de aquéllas, que refrenar su ímpetu.


Sola la virtud, añade Seneca, posee la justa medida que los vicios del alma no aceptan. Más fácilmente los extirparás que los refrenarás.Si otorgamos algún derecho a la tristeza, al temor, a la ambición, a los restantes afectos desordenados, no ejerceremos dominio sobre ellos.

Si no está en nuestro poder que las pasiones existan o no, tampoco lo estará su intensidad: si a ellas les has permitido que surjan, crecerán de consuno con sus causas y resultarán tan fuertes como éstas las hayan hecho.¿Cómo tendré bastante energía para acabar con aquel vicio, si para impedirlo tuve poca fuerza, supuesto que es más fácil rechazar el mal que refrenarlo una vez que se le ha dejado entrar?, se pregunta Lucio Anneo Séneca.

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