sábado, 8 de abril de 2023

Solo desde su dignidad originaria se puede entender el respeto del hombre a la mujer y el de la mujer al hombre

“El balance general de la civilización humana sigue siendo positivo. Es un balance que crean pocas personas, pero que son los grandes genios y los santos. Todos ellos son testigos de cómo romper el círculo de la mediocridad, y de manera particular cómo vencer el mal con el bien, cómo encontrar el bien y la belleza, a pesar de todas las degradaciones que padece la civilización humana. Tal como se ve, ese umbral en el que tropieza el ser humano no es infranqueable. Tan solo hay que tener conciencia de que existe y valor para superarlo constantemente”, dice Juan Pablo II.

Solo en la medida en que volvemos a la creación, en la medida en que la persona es consciente de su origen, puede tener claro el sentido de su vida y, por lo tanto, su dignidad. Y solo desde su dignidad originaria se puede entender el respeto del hombre a la mujer y el de la mujer al hombre. “Una persona puede convertirse en un objeto de uso para otra persona. Es la mayor amenaza de nuestra civilización, especialmente de la civilización del mundo de las riquezas materiales. Entonces, el lugar de la complacencia desinteresada ocupa en el corazón humano el deseo de apoderarse de otro y de utilizarlo”, añade Juan Pablo II. “Cada persona es irrepetible. La no repetición no es una limitación, si no que muestra la profundidad”.


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