domingo, 12 de marzo de 2023

La Regla de San Benito

Benito de Nursia

El monacato no se extendió tan deprisa en Occidente como en Oriente. En Europa occidental no comenzó a aumentar hasta el siglo VI, cuando san Benito de Nursia (c. 480- c. 547) esbozó su famosa Regla en latín, e incluso entonces adoptó muchas formas, de las cuales la tradición benedictina fue sólo una y no se convirtió en el modelo dominante hasta el siglo VIII.

Monasterio de santa Escolástica en Subiaco

Benito copió buena parte de su Regla de un texto latino anterior mucho más duro, conocido como la Regla del Maestro, pero creó un documento muy diferente, una regla sencilla para principiantes, lo denominó, notable por su brevedad, flexibilidad y moderación. La Regla establecía un ciclo cuidadosamente definido de oraciones, lecciones y culto comunal diarios. Fijaba pautas sobre cómo debían vivir los monjes juntos; qué tenían que comer (alimentos suficientes y sencillos; un poco de vino; pero carne sólo para los enfermos o las ocasiones especiales); y cómo debía realizarse el trabajo del monasterio. Se alentaban las tareas físicas, según declaraba Benito, la indolencia era “un enemigo del alma”, pero también reservaba tiempo para el estudio y la contemplación privados. Sin embargo, en todos estos asuntos Benito dejaba mucho a la discreción del abad, la cabeza del monasterio, a quien se esperaba que todos los monjes obedecieran sin vacilación. Los que pretendían entrar en un monasterio benedictino tenían que cumplir un extenso período de prueba y sólo una vez transcurrido podían hacer los votos perpetuos como monjes. A veces los estudiosos han resumido los votos benedictinos en pobreza, castidad y obediencia; sin duda, éstas eran virtudes importantes, pero no constituían la esencia de la Regla a la que se comprometía un monje benedictino. Más bien las virtudes principales de la vida benedictina eran la estabilidad, la perseverancia y el compromiso con la vida monástica. La meta de la Regla, como la de la vida monástica en general, era permitir a los monjes que vivían según marcaba transformar sus vidas de acuerdo con la voluntad de Dios. La Regla era el medio por el cual esta transformación podía lograrse.(Judith G. Coffin y Robert C. Stacey)

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