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| Robert Hugh Benson |
Para los anglicanos, cuya teología es básicamente irracional, y entre quienes la Autoridad es en la práctica inexistente, resulta normal colocar el centro de gravedad en las Emociones y “confundir ...la imaginación con el alma”. En su opinión, la razón ha de ser constantemente suprimida incluso de su esfera legítima; el centro lo ocupará principalmente la voluntad. Al poner el énfasis en la razón y la voluntad (los aspectos de la espiritualidad, en oposición a las emociones, capaces de ser aprehendidos objetivamente), Robert Hugh Benson se estaba haciendo eco de la misma cadena lógica que él mismo había seguido durante su retiro de noviembre de 1902. Fue entonces cuando contrastó la causa subjetiva de una emoción, más concretamente, la depresión, con la naturaleza objetiva de la verdad: “los principios eternos de la religión” que siempre permanecen inmutables. Un aspecto en el que coincidía plenamente con Chesterton y Belloc, quienes también hacían hincapié en la primacía de la razón cuando se trata de aprehender la verdad espiritual.Paradójicamente, entre sus más profundos sentimientos no se incluía ninguna atracción emocional por parte de aquello hacia lo que, sin embargo, sí se veía intelectualmente arrastrado: “Comprendí perfectamente que era tan humana como divina, que dentro de sus muros se habían cometido delitos; que las formas, las costumbres y el idioma de sus ciudadanos serían distintos de los de la querida y familiar ciudad de la que yo procedía; que allí me encontraría con dificultades, con maneras poco conocidas, incluso con recelos y reproches. Pero que, a pesar de todo, era divina…”.
Referencia: Escritores conversos (Joseph Pearce)
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