jueves, 20 de noviembre de 2025

Un diálogo amable es un regalo, y, tener con quien establecerlo, un tesoro


Decir el nombre del otro, crea cercanía; dejarle hablar y escucharle, genera confianza; confundir u olvidar su nombre, muestra poco aprecio. Para una persona, su nombre es el sonido más importante del idioma; sentirse escuchado, estimula su autoestima y demuestra nuestro interés por él. Un diálogo amable es un regalo, y, tener con quien establecerlo, un tesoro.


La alegría que brota del corazón sereno suele ir acompañada de un buen humor discreto, que no exige el chiste fácil, sino que genera sintonía y confianza. El buen humor nos lleva, incluso, a descubrir y aceptar las incoherencias de la propia vida y a concentrar nuestro esfuerzo no en el lamento inútil del fracaso sino en el deseo de superación. El buen humor y la sonrisa amable es una fuente de felicidad gratuita para los demás; una sonrisa cuesta poco y hace mucho, es descanso para el fatigado, luz para el abatido, un rayo de sol para el triste y el mejor remedio contra las preocupaciones.


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