sábado, 15 de noviembre de 2025

La izquierda actual no pueden admitir la posibilidad de la discrepancia

David Mamet, intelectual norteamericano, escribe en su libro Himno de retirada que “los Estados Unidos llevan enfrentándose a su crisis existencial desde la hegemonía de Obama”, llega a hablar del poder de un “Estado profundo”, ese ente del gusto de un notorio conspiranoico como Daniel Estulin. Y a los clásicos ingenuos que piensan que “eso no puede pasar aquí”, les aclara que ya está pasando y constata “la chatarra en que la izquierda ha convertido este país”. “Ahora, la izquierda marxista está destripando nuestro país. Ensoberbecidos con cada batalla que ganan, amplían el alcance de sus actividades. De humillar a alguien se pasa a incluirlo en una lista negra; de los piquetes, a la destrucción; de las manifestaciones, a los disturbios. Al igual que ocurre con los impuestos, lo que quieren es todo lo que tengamos, y ¿quién podría detenerlos? Aquí entra en escena Donald Trump. Miró a la izquierda y nos informó de que hacía mucho tiempo que los conocía; eran los mismos rufianes, ladrones, tramposos y putas con los que había estado haciendo negocios toda su vida. Se formó en la industria de la construcción. Y la izquierda se hizo pipí”.
La izquierda actual son como el inspirado arquitecto aficionado, no pueden admitir siquiera la posibilidad de la discrepancia, ni, por tanto, tolerarán tener cerca a nadie que pueda admitirla, incluido el Colegio Electoral; así, el electorado es libre de airear su frustración, morirse de hambre o irse a hablar con su párroco. Cuando está débil, el cuerpo político, al igual que el físico, es vulnerable a las infecciones oportunistas. Cuatro años de histeria contra Trump, chantaje racial, catástrofe económica diseñada y disturbios han sometido al cuerpo político estadounidense a unas amenazas (a la Constitución, a la religión, a la razón) que un organismo sano podría haber ignorado”. “El confinamiento fue la manipulación de una respuesta a un fenómeno natural por parte de quienes están en el poder. En esto se parece a la insistencia de la izquierda en el calentamiento global, el miedo da poder a los Gobiernos que, como siempre, son las herramientas de los plutócratas. ¿Por qué los plutócratas, los milmillonarios y quienes controlan nuestras comunicaciones querrían el cierre de la economía? Para poder recomprarla de forma barata”, escribe Mamet.

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