Nietzsche decía que no terminaríamos de desprendernos de Dios hasta que destruyéramos la gramática. Parafraseando al filósofo alemán, quienes abanderan lo queer saben que tampoco se puede combatir la diferencia sexual sin forzar el lenguaje, sin hacer que las distinciones sintácticas salten por los aires.
Lo queer, dice el filósofo Josemaría Carabante, es lo más parecido a una bomba colocada en los cimientos de la civilización occidental, porque convierte al poder y a la violencia en el único motor de la historia. Si, es un movimiento explosivo que apuesta por la “desustancialización” de la realidad.

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