lunes, 3 de noviembre de 2025

Juzgar


Juzgar demasiado severamente indica que no nos encontramos en paz, además de no saber ponernos en el lugar del otro y de, probablemente, equivocarnos. Cuando emitimos un juicio sobre otra persona, lo que estamos haciendo es interpretar la realidad de un modo determinado. Dirigimos nuestra atención hacia los detalles y aspectos que consideramos más importantes y el resto quedan relegados. Es decir, no tenemos en cuenta toda la información, sino una ínfima parte. Por lo tanto, lo que hacemos es generar hipótesis sobre una situación o persona, que no son más que un conjunto de suposiciones y nos olvidamos de que existen otras posibilidades, escribe la psicóloga Gema Sanchez.
Uno de nuestros mayores errores cuando nos relacionamos con los demás es olvidar su historia personal. Es decir, tener en cuenta que no han vivido lo mismo que nosotros, no han experimentado las mismas experiencias y tampoco se ha encontrado con las mismas personas, por lo tanto es bastante complicado que coincidamos 100 % con ellos.  No obstante, eso no quita que nos pasemos casi la mitad de nuestra vida tratando de averiguar qué impulsa a los demás a actuar y la otra mitad a juzgar sus comportamientos.Si ya es difícil conocerse a uno mismo, ¿cómo es posible que adivinemos las intenciones de los demás?. No tenemos el mismo bagaje que los demás; nuestros valores, experiencias, pensamientos, sentimientos, etc. son diferentes. Entonces, ¿por qué tanto juzgar?


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