miércoles, 12 de noviembre de 2025

La unión del hombre y de la mujer es concepción. Esta concepción es obra divina

Diotima
El célebre pasaje del Banquete de Platón, en el cual Diotima, la extranjera de Mantinea, define para Sócrates lo que es el amor y de qué forma está ligado a la reproducción, pero también cómo solo es posible esta reproducción si va precedida del deseo: “Cuando llegamos a cierta edad, dijo Diotima, nuestra naturaleza siente el deseo de engendrar, pero solo puede engendrar en la belleza, no en la fealdad; y en efecto, la unión del hombre y de la mujer es concepción. Esta concepción es obra divina, y el ser mortal participa de la inmortalidad por la fecundación y la generación; pero esta mortalidad es imposible de alcanzar en lo que es discordante. Ahora bien, lo feo no armoniza con lo divino, en tanto que lo bello sí lo hace. Por ello, cuando el ser impaciente por dar a luz se aproxima a lo bello se vuelve gozoso, y, en su júbilo, se dilata y da a luz y produce; en cambio, cuando triste y ceñudo se aproxima a lo feo, se da la vuelta y no engendra; retiene su germen y sufre. Ahí se origina el éxtasis que siente el ser fecundo y lleno de vigor en presencia de la belleza, porque esta le libera del profundo sufrimiento del deseo…” (Platón, Banquete).
Menandro
El amor, el deseo, incluso la pasión, desempeñaban un papel no desdeñable en las relaciones entre hombres y mujeres, incluso en el marco de la vida conyugal. Además, es significativo que a finales del siglo IV, y en relación con la decadencia de la vida poética, cuando se incrementa la importancia de la esfera privada, el amor se convierte en uno de los motivos principales de las intrigas teatrales, un amor cuyo desenlace normal y deseado es el matrimonio. Así es el amor que siente Sóstrato por la hija de Cnemón el misántropo, en la obra del mismo título de Menandro, El misántropo, amor que nace desde el mismo momento en que ve a la joven y que él experimenta como un mal que solo podrá ser mitigado cuando su padre se la entregue y pueda quererla siempre (Menandro, Misántropo).


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