El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, el físico más que el intelecto y la misa más que Dios, escribe el periodista uruguayo Eduardo Galeano. Tanto envase tenemos que lo superfluo nos parece suficiente, hemos vaciado nuestra parte racional de nuestra caja de pensamiento para llenarla de migajas de información y prejuicios, dice Martín Rojas, los cuales solo pretenden implantarnos ideas de consumo y egocentrismo para seguir alimentando la premisa de fijarnos por encima y no a profundidad, desechando el fondo de las cosas, lo verdaderamente importante y esencial.
Nos enganchamos, añade Rojas, con ideologías que resultan ser atractivas y de fácil salida, cuando en realidad poco a poco y silenciosamente van dañando a la persona. Somos una sociedad sobreexpuesta a resolver todo con violencia y a pensar con el menor esfuerzo. Con el aborto las madres aprenden a matar a sus hijos, con la eutanasia los hijos aprenden a matar a sus padres, con la eugenesia el gobierno aprende a matar a sus futuros ciudadanos, con los divorcios aprendemos a evitar el compromiso, con las redes sociales aprendemos a estar más solos, con la tecnología aprendemos a ser más inútiles, etc. Chesterton decía que a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales.
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